Nyajajajaja x3 ¡Hola gentecilla!<3 ¡Volví y con el capítulo 4 ya terminado! Lamento la tardanza, de verdad ^^ POOORRR CIERTO: Esto es importante, ahora coloqué una nueva pestaña allí arriba, al lado de "Personajes" que dice "Capítulos", allí pongo botones que os llevarán al capítulo que queráis (ya sea el 1, el 2...y así...) clickean sobre el botón del capítulo correspondiente e irán mágicamente al capítulo deseado.¡Bueno! no los hago atrasar más y les dejo la lectura, ¡¡¡espero que les guste!!! (Es más larguo que los anteriores, antes eran de 9 u 11 hojas en Word, pero estas son 14) He aquí el capítulo 4:
Sábado 04/06 Cumpleaños de Olivia.
A la mañana siguiente, sonó el maldito despertador a las
8:00. Con la cabeza hundida en la almohada, todos los cabellos revueltos y mi
patético pijama de snoopy del que —Melanie
siempre se burlaba, al igual que Mike, y a mi madre se le escapaba la risa—. Semi-dormida, gruñí y alargué el brazo fuera de la
frazada palpando la mesilla de luz para apagar el despertador. Me quedé dos
minutos sin reaccionar hasta que en un punto decidí levantarme de la cama.
Por suerte no había tenido tiempo de desordenar otra vez el
maravilloso orden que consiguió armar mi madre ayer.
Me levanté de la cama y me dirigí al baño. Primero que todo
me di una ducha de agua fría para espabilarme, utilizando el primer shampoo que
encontré. Salí de la ducha—ya que tengo el cabello de una medida media no tardé
demasiado— y me vestí otra vez con mi pijama, y luego me comencé a cepillar los
dientes.
Me pregunto por qué rayos hoy el despertador sonó tan
temprano para ser sábado—más bien qué pensaba anoche que lo coloqué tan
temprano—. Por aquellas salidas a las cuatro de la mañana tenía un sueño
terrible. Y también me pregunto si Fredrik ya ha ido a Desi… ¿cómo era? Oh, no importa, ya me lo aprenderé. ¿Por qué
no se oían ruidos fuera? ¿Es que nadie está despierto?
De repente abrí los ojos como platos, y del susto me tragué
un poco de pasta dental, y comencé a toser.
¡Oh, Dios mío, me había olvidado! ¡El cumpleaños de mamá! Me
apresuré a enjuagarme la boca—igualmente me quedó una horrible sensación en el
estómago por la pasta dental—, peinarme y vestirme con las botas de ayer, unos
vaqueros viejos, una remera de mangas largas y arriba un jersey no muy
presentable, era de lana y picaba demasiado. De repente sentí una imperiosa
necesidad de vomitar por el dentífrico. Pero, por suerte, no pasó nada.
Bajé las escaleras a toda prisa —maldiciendo ese suéter que
me hacía rascarme por todos lados—, y vi que no había nadie.
—¿Hola?
De repente alguien me coge de la muñeca y me arrastra hacia
un cuarto pequeño donde guardamos algunas cajas y cosas para donar.
—¿Qué dem…?—murmuré.
—Chist—me dijo una voz, y cuando prendí la luz vi que era
Melanie quien me lo había dicho, también estaba Mike. Ni rastro de mamá— No
hagas ruido, Kathleen.
—No hay que despertar a Olivia.—me dijo Mike.
—¿Dónde está? Se supone que le daríamos la sorpresa.
—Exactamente. Estamos esperando a que baje para salir de
aquí y tirarle confeti. Y sorprenderla.—dijo Mike.
Hoy Melanie estaba realmente contenta, nunca imaginé verla
sin su tono arrogante de siempre.
—¡Chissssssst! ¡Ahí viene, ni se os ocurra hacer
ruido!—susurró Melanie entusiasmada.
Cada vez se escuchan más cerca los pasos de mamá, mientras
yo le hacía piecito a Melanie para que alcance ver a por la alta ventanilla de
la pared, que apuntaba justo a la sala de estar.
—¿Melanie, cariño? ¿Mike? ¿Kathleen?
Salimos todos corriendo de el pequeño cuarto y corrimos a
abrazarla, y luego le tiramos confeti.
—¡Feliz cumpleaños!—le dijimos al unísono.
—¡Gracias, tesoros!
—¡No hay de qué, mamá! ¡Ven, tenemos un regalo para ti!—le
dije, y Melanie corrió a sacar el regalo del escondite.
—¡Ten! ¡Espero que te guste!—le tendió la bolsa.
Abrió el paquete sonriendo.
—¡Oh! ¡Un bolso, qué bonito, gracias!
Nos abrazó a cada uno, tan fuerte que nos quedamos sin aire.
Pero Melanie y Mike tenían otra sorpresa para ella. Abrieron
la puerta y entraron mi tío Andrew y mi tía Anna. Corrieron a abrazarla.
Mi madre casi se desmaya de la sorpresa. Y naturalmente yo
también. ¿Habían preparado otra sorpresa y no me lo dijeron? Se suponía que lo
haríamos juntos… Me quedé paralizada. Saludaron a todos, menos a mí, parecía
como si no me hubieran visto.
—¡Feliz cumpleaños, Olivia!
—¡Gracias, Anna! ¡Gracias Andrew! ¡Estoy tan contenta de que
se tomaran el trabajo de viajar de Francia hasta aquí solo por mi cumpleaños!
—¡No nos lo tienes que agradecer, querida! Ha sido todo idea
de Melanie y Mike.
—Oh, ¡muchas gracias!—les dirigió una mirada cariñosa.
—¡Eh, vamos a por el pastel!—dijo Mike, al parecer tenía
hambre. Solté una risita. Había sonado como un niño pequeño.
Mi madre también soltó una risita.
—¡Vale, vamos!
Nos pasamos toda la tarde (hasta las 16:15 más o menos) con
el pastel, charlando, mirando películas y videos viejos de la familia. En uno
de los videos pude ver a Melanie de pequeña con dos años. Era una monada, con
unos rizos rojizos en el cabello y unos enormes ojos azules. Cada vez que
aparecía ella, se sonrojaba, al parecer no le gustaba que la vean de pequeña. También
en los álbumes de fotos estábamos yo y Mike; él era al igual que Melanie, toda
una monada. Y yo tenía, al contrario que Melanie, a los dos años, el cabello
oscuro y lacio, con los ojos verdes. Luego pasamos de página y había una foto
de mi padre sosteniéndome en sus brazos. Aquello provocó que me diera una
imperiosa necesidad de llorar.
Nos quedamos todos mudos. Yo apreté los labios, que de
pronto se me habían puesto a temblar. Fantástico.
—Yo… ehmmm… iré a mi habitación, creo… que Lilly me está
llamando—dije finalmente, y me fui lentamente hacia arriba. Al parecer aquello
había afectado de alguna manera mis cuerdas vocales.
A mis espaldas sentí todos los ojos compasivos—incluso los
de mis odiosos tíos postizos—clavados en mí.
Me encerré en mi habitación con llave. Mi padre… él no había
muerto, se fue al lugar en el que debo ir yo ahora…
<<Pero no podré verle porque el ya murió>>—pensé.—
<<Ya está Kath, ya se arreglará todo y te escaparás de este
mundo.>> <<¡Pero no puedes dejar a tu familia!>> me dijo otra
vocesita en mi cabeza. No le hice el menor caso, porque casi en el mismo
instante vi otra carta en el marco de mi ventana.
Estaba tan perdida en la carta que no me di cuenta de que me
llamaban desde afuera.
Cogí la carta y la abrí. Naturalmente, debe de ser otra
carta de Fredrik.
Pero no lo era.
Pero no lo era.
—“En un zócalo de la
esquina de un pasillo, busca la llave y la siguiente nota, _______”—murmuré
en voz baja.
Donde debía de decir quien lo escribió, se veía borroso, y
no se podía leer. ¡Fantástico, maldita sea! ¿Justo ahora? ¿Qué significaba esto?
Me paré, disponiéndome a llamar a Lilly o a Daniel y contárselo. Pero me
resigné en el último minuto. No necesitaría ayuda. Sencillamente esperaría a
que todos se vayan a dormir y saldría a buscar la nota y la supuesta llave.
Aunque no entendiera de qué va todo este rollo.
—¿Kath? —oí una voz de
afuera—¿Ocurre algo?
—¡No, nada, nada! ¡Estoy hablando
con Lilly!
Mi móvil comenzó a sonar, cuando vi la pantalla, dije:
—Lilly—suspiré—. ¿Hola? ¿Lilly, ocurre algo?
—¿¡Serías tan amable de abrir la puerta, Kathie!?
Estuve a punto de soltar un ¿Quééé? Pero me reprimí en el último minuto.
—¿Cómo?—solté en vez de eso.
—Pues sí, estoy en frente de la puerta de tu habitación,
junto con Daniel.
—Podrías haber dicho quien eras.—suspiré nuevamente y abrí
la puerta.— Hola.
—¡Hola Kath!—me dijo Daniel.
—Vaya, vaya, así que estabas hablando con Lilly, eh… ¡Oh! así
que al fin has ordenado tu habitación…—Lilly me dirigió una mirada divertida.
Sonreí irónicamente.
—Sí, ¿has visto? En realidad no fui yo, fue mi madre.
Ambos rieron entre dientes.
—¿Ya has empacado todo?—me preguntó Daniel.
—Sí. Y al parecer ustedes también—ellos llevaban en sus
manos una pequeña valija.
—Ja,ja. Si, oye, ¿qué es esa carta?
—preguntó
interesado.
—¿Hum? ¡Oh! Es una carta que me acaba de llegar. Pero no es
de Fredrik, no se puede ver quién la escribió. Dice unas indicaciones para
encontrar…
—¡Dame eso!—me chilló Lilly entusiasmada.— ¡Qué guay! ¡Vamos
a buscar esa llave y la siguiente nota, chicos, seguro que nos será de
ayuda!—soltó rápidamente luego de leer.
—Pero, ¿y si nos descubren?—preguntó Daniel.
—Bah, no nos pillarán, cualquier cosa utilicemos la excusa
de que se nos ha perdido una llave debajo de un zócalo. Pero vayamos cuando
todos estén durmiendo, es decir, prácticamente, en diez minutos.—miró su reloj.
Estuvimos todos de acuerdo, al final arreglamos para que yo
finja despedirme de los chicos e ir a dormir, y en vez de irse a sus
respectivas casas, dan la vuelta y luego suben por la soga que sigue estando
atada a mi ventana.
Bien, parecía fácil. Hemos estado el resto de la noche
jugando al Scrabble hasta que “dije” que Daniel y Lilly “debían irse”, esperé
veinte minutos esperando que se duerman todos, y luego abrí la ventana para
dejar pasar a los chicos.
—¡Bien, podemos empezar!—susurró Daniel, y salimos de mi
habitación.
—La verdad es que esta soga es bastante práctica.—dijo Lilly
también en un susurro, mirando a su alrededor con cara de aprobación— Yo que tú
no la saco nunca.
Cuando salimos al pasillo del segundo piso de mi casa,
estaba todo oscuro y silencioso, y avanzamos tanteando a oscuras y palpando las
paredes para no caer por la barandilla. El pasillo no era muy ancho.
Hemos estado buscando por cada zócalo en todas las esquinas
hasta que encontramos uno que extrañamente tenía una mínima y pequeña manijita
para abrir.
—¡Eh,
chicas, aquí! Mirad; tiene una manija pequeña.
—dijo Daniel.
Hemos tardado como diez minutos en abrirla, porque nuestros
dedos eran demasiado grandes para la pequeña manija.
—¿¡Y!? ¿¡Qué dice!?—preguntó Daniel con un brillo divertido
en los ojos.
—Dice: “Si estás
leyendo esto, veo que has hecho bien. Cuida la llave, te será de gran ayuda en
el futuro. Siempre llévala contigo.”—redacté.
—Si, perfecto, terminamos, ¿ya podemos irnos a casa? Me temo
que allí me espera mi cama.—dijo Lilly impacientándose.
—Vale, está bien—dije yo—. Procurad no hacer ruido, Melanie
se despierta con el más mínimo ruido.
Comencé a guardar la nota en el bolsillo de la chaqueta y la
llave me la enganché junto con el colgante. Y en ese mismo momento pude ver en
la oscuridad, en la estantería, una palanca. Perdí mi vista mirando aquella
palanca, luego me levanté y fui hacia ella, y, justo cuando estaba por tocarla,
oí:
—Eso es cierto, me despierto con bastante facilidad—dijo una
voz detrás de mí.
—¡Maldición! —dije en voz baja, semi-dormida.
A la mañana siguiente, cuando me desperté, me caí de la
cama, otra vez había soñado que me caía en el vacío, por lo que me caí luego de
dar un respingo.
Me quedé un rato en el suelo y luego me levanté y miré la
hora en el despertador, eran las 7:00. <<Bueno, eso me dejan ventajas
para ver esa extraña palanca.>> —pensé.
Fui hacia el baño y me lavé los dientes, mejor sería bañarme
en una hora. Ni siquiera me había preocupado por cepillarme los cabellos,
estaban todos dormidos y no podrían burlarse. De pronto recordé cómo tuve que reñir anoche.
Melanie había
aparecido por detrás de mí, llevaba
puesta una bata verde muy chistosa y una mascarilla verde por toda la cara. Me
miraba sombríamente.
—¡Melanie! ¿Q-qué haces aquí? —miré hacia atrás, esperando
ver a Daniel y a Lilly, pero ya no estaban.
—Mejor dicho, ¿Qué
haces tú aquí?—había dicho ella.
Si en ese momento no
hubiera estado tan cansada se me habría ocurrido una mejor historia, pero, la
que puse tampoco estaba tan mal.
—Yo… me había desvelado
y vine a buscar un libro para leer. De cualquier forma no sé con qué más podría
intentar dormirme, o cansarme la vista.
Melanie levantó una
ceja.
—Y al parecer te
habías desvelado también ayer, ¿no es cierto?—me había dicho con un ligero tono
retador— Ya van dos noches que me vas despertando. Por lo que un libro no te
ayudará a dormirte. Y es difícil dormirse si antes de la noche te tomas un café
antes de dormir, y, por cierto, creí que odiabas el café.
—¿Cómo?—le miré
extrañada. Era cierto, me había tomado discretamente un amargo y horrible café,
para estar despierta mañana, y no dormirme por ahora.
—Te vi, Kathleen.
¿Dime, porqué tomaste café antes de dormir? ¿Acaso planeas escaparte por la
noche? ¿Crees que no me di cuenta de los cuchicheos en la escuela con la pecosa y Daniel? Todo esto me resultó realmente extraño, ¿sabes? en especial viniendo
de una personita tan estúpida como tú. He visto a mamá más tensa de lo
habitual, y Mike incluso está siendo más amable conmigo.
—Yo…—comencé a decir en
un acto reflejo, aunque no sabía que decir a continuación, pero Melanie me
interrumpió.
—No me des ninguna
excusa, sé que te estás escondiendo algo, Kathleen. Primero tu forma rara y
torpe de actuar, aunque no es ninguna noticia, siempre has sido una chiquilla
con poca capacidad cerebral, luego la carta, y ahora el café y deambulando por
la casa en mitad de la noche, dime, ¿no te parece algo raro?
—Entiendo que
sospeches, pero, pero, pero…—mis cualidades de actriz no estaban muy presentes
en esos momentos, pero, inspiré hondo e hice como si estuviera dispuesta a
apostar todo a una carta— Por la noche escucho ruidos luego de aquel incidente
del bosque, veo sombras, ¿no sería algo normal querer investigar de qué va todo
esto? He salido porque quería buscar pistas, ¿entiendes?
Melanie levantó muy
ligeramente ambas cejas, parecía, de alguna forma, francamente impresionada, y
también pareció creerlo. Sin embargo, se rehízo inmediatamente y no movió ni una
pestaña.
—Muy bien. Te creo.
Pero te estaré vigilando, ¿DE ACUERDO?—me dirigió una mirada teatral antes de
irse a su habitación.—Oh, definitivamente necesito descansar, me duele tanto la
cabeza… Y todo por culpa de esa maldita hermanastra.—dijo cuando entró a su
habitación, puse los ojos en blanco. Nunca pensé que hablaba sola.
En esas
circunstancias, renuncié a ir a ver la palanca.
De repente volví a la realidad. Faltaba media hora para que
todos se despierten y yo debía aprovechar ese tiempo para buscar la palanca.
Salí de mi habitación con los cabellos revueltos y enredados,
y mi ejem… patético pijama de snoopy. Procurando no hacer ruido, fui por el
pequeño pasillo, pegada a la pared y dirigiendo una mirada llena de horror a la
caída por la barandilla, y me dirigí hacia la estantería.
Juraría que esa palanca estaba allí, pero no había ni
rastro… Eso sí que era raro, ¿cómo es que estuviera allí anoche y hoy por la
mañana no? Revisé por cada espacio que había por los libros, pero nada.
Finalmente me senté en el piso, y pude ver en la fila de libros más baja y
llena de telarañas la pequeña manija.
Mi rostro se iluminó al visualizar la manija, y sin más y
sin menos giré la manija hacia arriba.
*PUM*
De repente , antes de que suelte la manija, la estantería se
dio la vuelta, como en una auténtica película de misterio, y me encontré en una
habitación.
Estaba todo realmente oscuro, sin ninguna mínima luz, y
busqué un interruptor, que, para mi suerte, estaba justo al lado mío. Prendí el
interruptor, y luego se encendió un foco que colgaba desnudo en el centro de la
sala. La cosa era totalmente aterradora. En especial porque apenas di un paso,
me encontré con la cara llena de telarañas.
Me pasé las manos por la cara, quitándome todas las
telarañas, asqueada. Avancé un poco más, y pude ver un poco mejor la
habitación, a la luz que el foco daba pude ver un escritorio viejo y lleno de
telarañas—al igual que todo lo demás que había en la sala— que tenía un
tintero, algunos cajones y hojas viejas y libros viejos arriba. También en el
escritorio había una silla para sentarse, con una pata rota. Luego, como por
arte de magia, la luz resplandeció mejor, e iluminó toda la habitación,
haciendo que me sobresaltara, pero eso no quitaba el aspecto aterrador, porque
la sala tenía una luz amarillenta, como en los bailes de las épocas pasadas,
solo que yo estaba sola en la habitación.
Miré mejor a mi alrededor; pude ver dos divanes viejos y
polvorientos en un lado, uno estaba lejos y el otro estaba no muy lejos del
escritorio, la sala era extensa. En todas las paredes había estanterías
bibliotecas enormes, y había una especialmente que me llamó la atención, que
estaba cerca del escritorio. Avancé hacia él, y pude ver mejor lo que había
arriba del escritorio, unos cuantos libros polvorientos que ya ni se podían
leer estaban arriba de él, y también había hojas viejas que no tenían nada
escrito.
Exceptuando una nota.
La cogí y comencé a leerla. Tenía una letra realmente
prolija.
<<Te regalo un libro;
coge el que quieras, pero escoge bien.>>
Más notas raras, ¿quién las habrá escrito? Dejé la nota en
el escritorio de nuevo y me dirigí a la estantería que estaba cerca del
escritorio.
Miré bien todos los libros, ninguno me llamaba mucho la
atención, la mayoría eran sobre herrería o carpintería y cosas así. Pero cuando
pasé otra vez una mirada de soslayo, pude ver algo que me llamo la atención.
Era un libro titulado “Arcana lithuaras" No entendí por qué me llamaba la atención, quizá haya sido el título, que estaba en un idioma desconocido para mí, era algo parecido al latín.
Cogí el libro y le soplé todo el polvo, que era bastante, y
me hizo toser. Quise abrirlo, pero no
pude. Tenía un candado cerrado, necesitaba una llave, pero, ¿Cuál?
Me llevé la mano a la barbilla y mi brazo rozó mi colgante,
que comenzó a brillar por alguna razón.
—¿Qué ocurre?—dije, y centré mi atención en la llave—¡Mi
llave! Quizá esta pueda ser la que abra el candado.
Vacilando, cogí mi llave que colgué junto con mi colgante
azul y la metí en el candado, ¡perfecto! Encajaba. Giré la llave, pero el libro
no se abrió.
—Oh, no. ¿Por qué…?—dije en voz baja. Quizá este no sea el
libro correcto. ¿Cómo voy a saber cual es mí
libro? Estaba segura. Era el único que me llamaba la atención y el más interesante,
para mí, por lo que sin más remedio me llevé el libro igualmente, dispuesta a
salir, ya que faltaba poco para que todos despierten.
Fui corriendo hacia la palanca, dispuesta a salir de aquel
tenebroso lugar, con mi libro. Giré la palanca y la estantería, como antes, se dio
la vuelta, encontrándome sola en el pasillo de mi casa.
Caminé sigilosamente por el pasillo con barandilla procurando
no hacer ruido ni caer, yendo a mi habitación. Pero cuando entré, no estaba
sola, vi a Melanie con su bata verde chistosa y su mascarilla del mismo color
en mi habitación, que tenía la carta que Fredrik me había dado antes, en sus
manos.
—¡Melanie! ¿¡Qué haces aquí!?—le dije aterrada, ¡Oh, dios,
no! ¿Y si se da cuenta de todo el plan? ¡Se arruinará todo!
Ella giró sobre sus talones,
sorprendida.
—¿Dónde te habías ido?—me preguntó desconfiada.
—Fui al lavabo.—dije rápidamente.
Me examinó dos veces de cabeza a los pies, levantando una
ceja.
—Si estabas en el lavabo, ¿cómo es que estás llena de
telarañas?
Me miré, era verdad, estaba con algunas telarañas en el
pijama.
—También fui al sótano. Quería buscar un álbum de fotos,
pero al parecer no estaba allí. ¿Qué hacías en mi habitación?—pregunté para que
se olvidara del tema.
—Quería ver que era esa carta misteriosa que tenías el otro
día—dijo alzando la carta de Fredrik— Pero no se puede leer nada, no tiene nada
escrito.
—¿Cómo?—pregunté estupefacta.
—Que no tiene nada escrito. ¿Qué, acaso antes tenía algo?
Miré la carta, y pude ver claramente que sí estaba escrita.
Pero Melanie no podía ver nada en el papel. Recordé las palabras de Fredrik; <<Sólo pueden ver el reino quienes pertenecen a él>> ¡Claro! .Enseguida me rehíce de mi
estupefacción y contesté:
—No, no, no había nada escrito, no entiendo porqué antes
estabas tan interesada.
—Bien, ya entiendo tus indirectas diciéndome que te deje tu
habitación, pero, te estaré vigilando, estoy segura de que aquí hay algo que no
encaja—y dicho esto, se echó el cabello atrás con un movimiento enérgico y se
fue dignamente.
Lanzando un profundo suspiro, me dejé caer en la cama.
Sinceramente ya no podía más, demasiadas cosas en la cabeza para digerirlas
todas a la vez.
Me quedé un rato ahí tirada, y luego fui al baño y me duché,
utilizando cantidades de shampoo ya que las telarañas de mi cabello parecían no
salirse con nada.
Salí de la ducha, me envolví en una toalla y busqué ropa en
mi armario, cogí una campera ligera (Fredrik me había dicho que en aquel reino
hace calor la mayor parte del tiempo), una blusa negra de tirantes, unos vaqueros
simples y zapatillas comunes.
Volví al baño y me cepillé los cabellos—aún no me había
peinado—, y, luego, volví a mi habitación.
Como estaba aburrida y no sabía qué hacer, me tiré de nuevo
en la cama y cogí el móvil, dispuesta a llamar a Daniel y a Lilly.
Pero en ese momento soy interrumpida:
—¿Nos vamos, o qué esperas?
Me di la vuelta sobresaltada, viendo a Daniel, que estaba
sentado en mi ventana desde afuera.
—¿¡Daniel!? ¿Qué haces aquí? Acordamos en irnos al
atardecer.—dije confundida.
—Si, si, lo sé. Pero el vampiro ese raro dijo no-se-qué y
no-se-qué-más y por eso vamos a irnos ahora, Lilly y él están esperando abajo.—dijo
con una sonrisa radiante.
—¡Oh! Pues… está bien—dije lentamente— Espérame, cogeré la
valija.
Fui corriendo al armario y saqué de él una mediana valija
con todo preparado para ir a Desideria.
Luego me dirigí a la ventana y le tendí la valija a Daniel,
este la cogió y la tiró hacia abajo.
—¡Daniel!
—¿Qué?—me miró con inocencia— Soy un hombre, pero eso no
quiere decir que sea la persona más fuerte de este planeta.
Me eché a reir.
—¿Ah, si? Bien, "Hombre",
baja que si no me pillarán.
Cuando el ya bajó con Lilly y Fredrik, yo comencé a bajar,
no sin antes dirigir una mirada a mi habitación. Apreté los labios. Ya no los
vería más, ni a Olivia, ni Mike, ni Melanie (por más odiosa que sea conmigo)…
Hice tripas corazón y aparté la mirada, luego bajé por la
soga.
—Bien, creo que ya podemos irnos.—dijo Fredrik esbozando una
encantadora sonrisa.
Los ojos de Daniel y Lilly brillaban de emoción. Y supongo
que los míos también.
Dirigí una última mirada a mi casa, y luego Fredrik me dijo:
—¿Vienes, Kathleen?
—¡Si, si, ya voy!—y dicho esto, me adelanté hacia donde
estaban ellos.