Kathleen Fournier es una adolescente de 16 años que lleva una vida normal, con lo que estaba más que conforme.
Sin embargo, un día comienza a ver a un extraño chico de ojos ambarinos, a quien nadie más podía ver aparte de ella. Su peor error fue seguirlo; terminando en las profundidades del bosque.
Cuando por fin lo encuentra, se ve arrastrada a un mundo en donde la esperan dos cosas: ganar, o morir.

martes, 25 de febrero de 2014

Capítulo 5 (parte 1) : Anaïs y Fredrik.

Estuvimos durante un largo camino común y corriente, sin nada en especial. Yo, Daniel y Lilly hablábamos y contábamos chistes, interrumpiéndonos los unos a otros, pero Fredrik, el vampiro, en cambio, no dijo nada, de vez en cuando dirigía unas discretas miradas divertidas a nuestros chistes. Hasta que en un rato se hizo un silencio, con claro nerviosismo.
Faltaba poco para que terminase el invierno, por lo que la poca nieve que quedaba se estaba derritiendo, además de que era un día de sol. Miré a mi alrededor, maravillada, viendo cómo se derretía la nieve y los hielos colgando de las ramas de los árboles, que algunos eran de color casi gris, otros marrón fuerte y otros marrón grisáceo.

—¿Estáis nerviosos?—preguntó Fredrik rompiendo el largo e incómodo silencio.
—Y ansiosos.—completó Daniel.

Fredrik rió bajito.

—No os preocupéis. Me alegro de que esteis ansiosos, os acogerán bien. La mayoría es agradable.
—¿Es que también hay gente desagradable?—preguntó Lilly interesada.

Fredrik no contestó enseguida.

—Digamos que no todo son buenas compañías.—dijo en tono un poco nervioso y divertido.
 —Muy bien. Lo tendré en cuenta. Kath, ¿por qué no hablas?—me preguntó Lilly— Eh, Kath. Kathie. ¡Hey, Kathleen! ¡Oye! —me pasó las manos por enfrente de la cara—... ¡Llamando a tierra, señorita!—me chasqueó los dedos en frente de la cara y me espabilé.
—¿¡Qué!?
—¿Qué ocurre?
—Nada, estaba pensando.
—Ya se veía. ¿Por qué no hablaste durante todo el camino?
—Pues porque estaba pensando.
—¿En?—preguntó metiéndose Daniel.
—Luego les digo.

Aún llevaba el libro que encontré en aquella curiosa y misteriosa habitación, se encontraba bien escondido en mi valija junto con la ropa y el arco con flechas para ir a Desideria.

Por un rato he estado pensando en si debería mostrarles el libro a Daniel y a Lilly, pero, ¿y si se arman problemas? Alguien podría vernos en Desideria y confiscarme el libro, o… robármelo, quemarlo en fuego, esconderlo… Bueno, mejor sería guardarme el secreto para mí, quien sabe cuánta importancia puede tener ese libro.

Por otro lado, miré a mi alrededor y pude notar que más adelante hay cada vez menos nieve.

Fuimos un buen rato en el mismo camino, solo que Fredrik nos hizo acelerar el paso hasta casi correr, asegurando que así llegaríamos más rápido a la primer sorpresa por el camino. Los tres aceptamos y comenzamos a correr, intentando alcanzar a Fredrik, pero era inútil, porque él era mucho más rápido que nosotros, corría a una velocidad sobrehumana. Al ver cómo entró en confianza con nosotros, riéndose de vez en cuando (pero claro está, tampoco se ríe a carcajadas), y también sonríe más seguido, pero siempre manteniendo su discreción y aire misterioso, aunque un brillo divertido siempre se presentaba en sus ojos.
Al parecer le gustaba correr, incluso parecía divertirse estando a nuestro lado, eso me hizo sonreir, aunque un poco apenada, porque de repente pensé en que Fredrik lo único que necesitaba era un par de amigos. Me pregunté si cuando lleguemos se quedará con nosotros en la casa.



Entramos dentro de una curiosa madriguera enorme, oscura, y que solo pasaban unos finos y pocos rayos de sol resplandecientes por en medio de las ramas. Allí dentro parecía que con cada paso que dabas podrías caerte.
Más que una madriguera, era como estar en un laberinto de túneles hecho con ramas, y, la verdad, no entiendo cómo puede guiarse Fredrik por allí, ya que iba a paso decidido.

—Fredrik ¿qué es este lugar?—pregunté.
—Se llama “El puente Nordaham”, es un puente cerrado con varias direcciones, que es lo que conecta Desideria con… bueno, digamos que “el mundo humano” Solo los pertenecientes a Desideria pueden verlo. Antes se instalaban aquí algunos entes como hadas, hombres lobo, vampiros… Varios licántropos y vampiros que se instalaron aquí utilizaron este lugar como zona para reproducirse, así su especie tuviera más individuos y así poder atacar a los humanos y quedarse con Desideria, pero luego los descubrieron los humanos, y bueno…—tragó saliva—…algunos de los entes lograron escapar y otros no volvieron a ver la luz del día…
—Dios mío, qué horror—puse los ojos en blanco—. ¿Y qué ocurrió después?—pregunté curiosa.
—Exploraron el lugar y se dieron cuenta de que el túnel conectaba el mundo normal con Desideria. Prohibieron el acceso a este lugar, pero solo pueden venir los guardias del reino y la realeza.
—Entonces tú no puedes estar aquí, ya que eres un vampiro.
—Bueno, sí, es verdad, pero los inquilinos me han dado el permiso, me han dado un voto de confianza, por así decir, pero si los guardias, o peor, algún rey o noble se enterara, me enviarían a la orca a mí y a quien me ha dado el permiso para salir de Desideria, es decir, el jefe de la casa y a quienes sabían el secreto, cosa que deben ser una o dos personas de la casa como mucho.
—Los vampiros no son muy queridos por el reino, ¿verdad?

Sonrió débilmente.

—No, no son nada queridos puesto a que tienen instinto asesino y tratan de quitarle sangre a las criaturas y seres humanos, además de que se nos considera como criaturas del demonio.
—Pero no lo son ¿cierto? No tienes pinta de ser alguien malvado—le sonreí amablemente.
—No, claro que no. Hay diferentes clases de vampiros, más de cincuenta razas, pero la mayoría extinta.
—¿Y cuáles son las razas que quedan?—pregunté curiosamente.

Su sonrisa se hizo más amplia, y rió bajito.

—Ya algún día lo sabrás. Solo espera.



Estuvimos el resto del camino en silencio, sin contar el parloteo infinito de Daniel y Lilly por los nervios, aunque al principio yo también me sumé, pobre Fredrik, no entiendo cómo puede soportarnos.
Durante todo el largo trayecto, pasando por ese laberinto de ramas, seguía preguntándome cómo demonios podía guiarse Fredrik por allí, porque para mí todos los pasadizos eran iguales, además de que el camino me parecía eterno.


Apenas divisé una luz en la salida, me precipité corriendo hacia ella, lo que hizo que me tropezara con algo justo cuando estaba por tocar tierra, entonces sentí que aterricé de cara sobre una superficie blanca, blanda y extremadamente fría.

—¡¡¡TIERRA!!!—grité con la cara pegada al suelo.
—¡Kathleen! ¿Estás bien?—escuché la voz de Fredrik, sonando preocupado, pero a la vez sentí cómo le costaba contener la risa.
—¡Perfectamente!—respondí con la cara aún hundida al suelo.

Me levanté del suelo, y tenía la cara cubierta de nieve, por lo que no podía ver nada, así que me pasé las manos por el cabello, que por suerte, seguía seco, y por la cara, que esta sí que la tenía mojada.

Le dirigí una gran sonrisa a Fredrik como para decirle que no me había hecho daño, y luego miré a Daniel y a Lilly, ambos se estaban destornillando de risa.

—¡Oh, Dios mío, no puedo respirar, no puedo respirar!—gritó Lilly entre fuertes carcajadas.

Desgraciadamente, al verlos reír tan fuerte, a duras penas podía contener la risa, por lo que me tenté y me uní a sus risas, al igual que Fredrik, pero este se calmó al instante, y decidió hacernos la pascua esperando a que dejemos de reírnos.

—Muy bien, sigamos—dijo con una sonrisa divertida en el rostro.
—Vale—respondió divertido Daniel, intentando no romper a reír otra vez.

La verdad es que no me había fijado, pero el lugar donde nos encontramos era un paisaje increíblemente bonito, por la luz del sol, adiviné que serían como las cinco o seis como mucho.
Era un paisaje frío, con unas lagunas congeladas, setos cubiertos de nieve, y las ramas de los árboles sin hojas, les colgaban algunos hielos.
Más adelante, se podía contemplar a un búho Nival, o Lechuza de las Nieves, sentado tranquilamente en una rama de un árbol, con los ojos cerrados, tenía un maravilloso plumaje blanco como la nieve, con algunas plumas marrones que le decoraban y le daban un aspecto elegante.

Yo, Daniel y Lilly quisimos ir a verlo de más cerca, pero Fredrik nos detuvo.

—No os acerquéis demasiado, los de aquí pueden ser un poco agresivos—susurró.
—¿Y entonces cómo pasaremos?—preguntó Daniel, pero sin susurrar, lo que hizo que el búho abriera fugazmente los ojos, de un color ambarino del mismo tono que Fredrik. Apenas nos divisó comenzó a volar hacia nosotros a una velocidad sobrehumana, al igual que Fredrik antes.
¡Shit!—dijo Lilly aterrada, y se precipitó al suelo en un acto reflejo.

Pero, sorprendentemente, el búho no se dignó si quiera a mirarnos, tan solo miraba sin apartar la vista al vampiro, y, luego, se posó sobre su hombro.

—¿Qué…?—comenzó a decir Lilly abriendo un ojo, pero se calló al ver que el ave le dirigió una mirada asesina.
—Eh, tranquila, no creí que me hubieras extrañado tanto.—le dijo Fredrik al ave, que frotaba su cabeza cariñosamente con la de el vampiro.
—¿Es tu mascota?—preguntó Daniel, pero el búho le graznó en la cara e intentó darle un picotazo— ¡Eh!
—No le hables sin presentarte antes.—le dijo a Daniel— Se llama Anaïs, es mi compañera. Anaïs, ellos son Kathleen, Lilly y Daniel.

El ave se posó en mi hombro, frotó su cabeza cariñosamente en la mía, e hizo lo mismo con Lilly, pero luego se volvió a posar sobre el hombro de Fredrik y desde allí le volvió a graznar a Daniel agresivamente.

—Bueno, al parecer no tienes mucha suerte con Anaïs, no debiste haberle llamado <<mascota>>—le dije a Daniel divertidamente, y él me dirigió una sonrisa burlona.
—Anda, vamos, seguro que luego le agradaré… ¿verdad Fredrik?
—Oh, sí, claro, aunque… —le respondió divertido, aunque el ave seguía fulminando con la mirada a Daniel—Venid por aquí.

Pasamos por al lado del árbol donde antes se posaba Anaïs y luego nos tuvimos que meter dentro de un oscuro y siniestro bosque lleno de nieve, al igual que todo el lugar. Allí hacía un frío de mil demonios y yo, Daniel y Lilly comenzamos a temblar, puesto a que teníamos ropa de verano.

—Muy bien, tened, poneros estas camperas, por favor.—dijo Fredrik sacando unas camperas de invierno de una bolsa que dejó intencionalmente allí al principio del bosque.
—Creí que habías dicho que en Desideria hacia CALOR.—le dijo Lilly castañeteando los dientes.
—Pero si aún no entramos al reino…–respondió Fredrik con una leve sonrisa.
—¿Cómo que no? Si ya atravesamos todo ese laberinto de ramas.
—Si, pero estamos fuera del reino; más adelante termina la nieve y comienza el calor.
—Qué extraño es todo aquí… ¡Me encanta, es muy guay!

Fredrik rió bajito—otra vez, parece que es una costumbre suya—.

—Aún hay más por descubrir, sigamos.—y dicho esto, todos nos volvimos a poner en marcha, ahora recuperando un poco el calor gracias a las camperas.

Cruzamos el siniestro bosque en más o menos media hora, lo que a mí me pareció una pequeña eternidad, sin embargo no dejaba de llevarme sorpresas. En la oscuridad del bosque, se podían ver unos cuantos ojos ambarinos, y otros blancos, mirando amenazadoramente, e instintivamente, yo, Daniel y Lilly íbamos pegados a Fredrik. Lo único que se escuchaba allí eran nuestros pasos y nuestra respiración.
También pasaban cada tanto, un grupo enorme de murciélagos por arriba de nuestras cabezas, y se nos hacía difícil contener los chillidos.
Lo que más sorprendió, fue cuando de repente todos los ojos amenazadores de la oscuridad desparecían, dejando a nosotros cuatro alumbrados por una pequeña lámpara que Fredrik sostenía para ver el camino, el resto, estaba oscuro como boca de lobo. Al rato de que los ojos desaparecieran, comenzó a escucharse un llanto apagado, triste, como alguien al que le falta el alma.

—Oh, no.—susurró Fredrik aterrado al escuchar el llanto.
—¿Qué es ese llanto? ¿Hay alguien más aquí? Deberíamos ir a ver.—le dije al vampiro en un susurro.
—¡Ni pensarlo! Es una trampa.
—¿Una qué? ¡Hay alguien llorando! Quizá sea una niña que se ha perdido—susurré compasivamente.
—Luego os explico, ahora…—empezó a decir, esta vez sin susurrar—… ¡Corred!

Sin saber qué pasaba, comenzamos a correr como si no hubiese un mañana, como cuando me atacaron en el bosque, solo que esta vez no nos tropezamos—por suerte— con ninguna raíz o piedra. Más adelante, decidí echar un vistazo hacia atrás para ver por qué nos ordenó correr, y, efectivamente, pude ver claramente qué diablos era lo que nos perseguía, era un vampiro, o, más bien, una vampiresa, con los ojos blancos como un par de diamantes, tenía marcas negras como de maquillaje que formaban un motivo irregular a rayas en sus mejillas, lo que definitivamente decía que era ella quien había llorado. Ahora, más bien, parecía más que triste, enojada. Sumamente enojada. El cabello, era de color negro azabache, lacio y un poco mojado. La piel, extremadamente blanca, sin ninguna imperfección, al igual que todos los vampiros, al parecer. Llevaba puesto un vestido desgarrado de tela color azul palidezco, además de desgarrado también estaba un poco sucio, y tenía los pies descalzos.
No me había dado cuenta de que había disminuido el paso hasta que Fredrik me gritó <<¡Kathleen! ¿¡Qué haces!? ¡Corre!>> y corrió hacia donde estaba yo, me cogió de la mano y me empezó a arrastrar a una velocidad increíble, mientras la vampiresa de atrás dio un grito extremadamente agudo y aturdidor apenas estábamos por dar un paso fuera del bosque.

Salimos del siniestro lugar, encontrándonos nuevamente con un paisaje helado. Seguimos corriendo un pequeño tramo y luego nos frenamos, agotados.

—¿Podemos descansar un poco aquí?—preguntó Daniel sin aliento.
—Sí, sentaros por aquí.

Había unas rocas en el suelo, y las utilizamos como asiento.

—¿Qué fue eso?—pregunté castañeteando los dientes— ¿Por qué nos perseguía esa vampiresa? ¿Y por qué estaba llorando?
—Es una raza de vampiro muy poco común. Se le llama Vampiro Muroï, el vampiro que llora. Este se arrincona en un árbol a llorar, luego alguna persona—su presa— se acerca para averiguar y bueno… Cuando la presa está lo suficientemente cerca, la vampiresa Muroï le aturde con un grito y lo asesina.
—Madre Santa de Dios. Qué cosa más horrible.—murmuré.
—Luego la vampiresa se puede quedar con el cuerpo y le quita toda la sangre que pueda para satisfacerse. —al llegar a este punto, comenzó a soñar un poco somnoliento— Hasta que el cuerpo siga con vida, porque si bebe sangre de un cuerpo completamente muerto el vampiro morirá. —continuó.

Se paró en seco.

Levanté la cabeza y miré a Fredrik. Estaba más pálido de lo que ya era, ahora, era más bien casi blanco papel. Será por la adrenalina, supongo, o por el susto, pero cada vez estaba más blanco, y luego comenzó a verse un poco mareado.

—¿Fredrik?—pregunté un poco asustada— ¿Te encuentras bien?
—Oh, no es nada, espera—contestó, luego revolvió en la bolsa y sacó un pequeño frasquito color escarlata, luego sacó otro frasquito con un líquido blanco brilloso.

Abrió el frasquito con el contenido color escarlata, y luego le echó una gota del líquido blanco. La mezcla se volvió de un color rojo un poco más claro, y, luego, se bebió todo el primer frasquito, y depositó el blanco de nuevo en la bolsa.

—¿Y eso?—preguntó Lilly arqueando una ceja.
— No he bebido sangre desde… hace cincuenta y tres años más o menos.—de pronto comenzó a recuperar el color pálido a su cara.
—Oh, entonces ¿qué ocurre si no bebes nunca nada?—¿CINCUENTA AÑOS SIN INGERIR NADA? 
—Creo que está más que claro que estaría muerto. ¿Verdad? —dijo Daniel.

Fredrik asintió con la cabeza.

—Con que el vampiro Muroï, eh…—murmuré.
—Mejor concentrémonos en otras cosas. ¿Estáis heridos?
—No.—contestamos los tres al unísono. Pero la mirada del vampiro se posó en Daniel.
—Tú no pareces estar muy bien. Mira tu muñeca.—le dijo.

Todos miramos hacia Daniel, y, efectivamente, tenía una pequeña herida sangrante en la muñeca. Daniel se miró su mano, en su rostro no se podía ver ninguna muestra de dolor.

—Qué extraño…—murmuró— No me duele ni lo más mínimo.—yo y Lilly nos dirigimos una mirada extraña.
—Es porque es una herida de un vampiro Muroï—aclaró—, las de los vampiros no duelen, pero si no se trata antes de la media noche…—tragó saliva— el vampiro te identifica y va a por ti. Esto quiere decir que ya eres su presa, si no tratamos tu herida con alguna magia, morirás a media noche.
—¿¡Qué!?—dijimos los tres al unísono.

Fredrik soltó una carcajada.

       — ¡Era solo una broma! No muere nadie. Pero será mejor que cures esa herida, pronto comenzará a doler y no te va a gustar nada.

El vampiro ignoró nuestros chillidos y revolvió otra vez en su bolsa e iba murmurando: <<No… Esto no… Tampoco…>> hasta que finalmente sacó un frasquito con un líquido transparente y dijo:

—Aquí. Extiende tu brazo. Así, exacto.—acto seguido destapó el frasquito y echó tres gotas sobre la herida de Daniel. Éste, apenas las gotas hicieron contacto con su piel, puso una horrible mueca de dolor y ahogó un grito.
—¿¡Qué diantres me estás echando!?—le espetó al vampiro.
—Quédate quieto, por favor.—luego de esto se concentró en la herida, cerró los ojos y dijo una frase desconocida que sonó algo así como— Circvlvs ex praesidivm ex malvs.

Acto seguido abrió los ojos, y todos pudimos contemplar como al decir esas palabras la herida que escocía, se iba cerrando y luego desapareciendo, dejando ver su muñeca sin ninguna cicatriz ni marca alguna. A medida que se cerraba, un polvo negro-grisáceo se elevaba hacia arriba hasta desaparecer.

—¿Qué… Fue… Eso?—preguntó Lilly con los ojos abiertos como platos.
—Fue un hechizo. Por Dios… Había olvidado lo cansador que era ese conjuro.—dijo un poco cansado.

Yo también me sentía un poco cansada, por alguna razón… Pero traté de disimularlo.


—Muy bien. Olvidaré lo que acabo de ver por mi salud mental. Si vuelvo a ver algo así creo que me desmayo.—dije— Mejor vámonos de aquí. Todo lo que acaba de pasar me parece siniestro.—me levanté sin mover ni una pestaña.

Con la cara petrificada, yo, Daniel y Lilly nos levantamos de las rocas y seguimos camino hacia el reino sin decir palabra. Por suerte, la suave brisa helada que pasaba de a ratos nos espabiló. Daniel no dejaba de mirar su muñeca y yo me tropezaba y caía de cara a la nieve cada dos por tres.

—Fredrik, ¿dónde está el reino? Mis piernas no dan para mucho más—se quejó Lilly— Aunque, a decir verdad, caminar tanto va valiendo la pena. El lugar es precioso.
—Es verdad, no hemos parado de llevarnos sorpresas. —dije yo— Y de las buenas, incluso haber escapado de esa vampiresa nos ha venido bien, o, al menos a mí. Últimamente mis días no tenían mucha adrenalina.
—No falta mucho camino para que termine la nieve.—dijo Fredrik— Y, si creéis que haber escapado de la vampiresa insertó mucha adrenalina, ni os imaginéis lo que tendrán para hacer por delante. Entrenamientos, lucha cuerpo a cuerpo, magias…—suspiró.
—Oh, la verdad es que la cosa promete ponerse emocionante—dije un poco más animada— ¿Podemos ir un poco más rápido?

No esperé respuesta, y, como me había cansado de caminar, en el sentido de que ya resultaba un poco aburrido, empecé a caminar paulatinamente hasta correr, con dificultad debido a que mis botas se enterraban profundamente en la nieve.

—¡Eh! ¡Espéranos!—me gritaron Lilly y Daniel divertidos, y, luego intentaron correr para alcanzarme, y yo rompí a correr un poco más rápido.

Estuvimos así todo el rato, Lilly y Daniel tratando de alcanzarme, Fredrik intentando seguirlos desde atrás, y yo al final terminé con las piernas más cansadas de lo que ya estaban, por lo que me adelanté un poco y me apoyé en un árbol. Finalmente los tres llegaron rodeando el árbol, que no me había dado cuenta de que allí había sombra porque el árbol estaba lleno de nieve por encima, hasta que dirigí una mirada hacia arriba, que poco a poco se fue deformando en una mueca de “Oh, Maldición” , justamente lo que dije en voz alta cuando una montaña de nieve me cubrió por completo.

—¡Kathie! Oh, Dios, ¿Estás bien?—escuché que alguien me dijo entre fuertes carcajadas.

Yo saqué la cabeza por encima de la avalancha de nieve.

—Oh, ¡por favor!—dije arrugando la nariz, aunque se me hizo difícil contener la risa.

Lilly y Daniel se habían caído al suelo de la risa, y allí seguían destornillándose de risa. Su risa era demasiado contagiosa, así que yo y Fredrik rompimos a reír también, pero el vampiro no tan exageradamente.
Cuando ya nos calmamos un poco, intenté salir de la avalancha de nieve que me cubría hasta la cintura, pero mis esfuerzos no valieron la pena.

—¿¡Me podéis ayudar!?—pedí desesperada entre tratando de contener la risa e intentando salir al mismo tiempo.

Lilly se levantó para ayudarme y tiró de Daniel, pero en la cara se le veía que trataba de no romper a reír otra vez. Ambos me tomaron de las manos e intentaron sacarme de la montaña de nieve blanca, y, por suerte, pudieron.
Lo malo es que yo ahora estaba empapada de los pies a la cabeza, y me estaba poniendo pálida del frío, además de que no paraba de castañetear con los dientes. Incluso mi aliento era más congelado de lo que debía ser.

—Anda, vámonos. Recuperarás el calor cuando lleguemos, te lo prometo—me dijo Fredrik, y le sonreí a modo de respuesta.

El resto del camino, que, según Fredrik, era el último tramo que quedaba para llegar al reino, lo pasamos bastante tranquilo, sin embargo, Daniel y Lilly hacían chistes y le hacían preguntas de todo tipo a Fredrik, como <<¿Cuándo llegamos?>>  <<Anda, me pregunto como serán las personas de la casa>>  <<¡Me duelen las piernas!>>  <<¿Tendremos habitaciones propias?>>  <<¡Quiero llegar!>> , y yo, desgraciadamente, no les pude decir que cierren el pico de una vez, porque aún no dejaba de castañetear con los dientes y temblar del frío. Cuando intentaba hacerlo, sonaba más así como <<¡S-S-S-Ci-Ci-er-rren   E-E-El  P-p-p-p-i-i-c-c-co!>>, y, como no me entendían, me respondían con un <<¿Quééé?>>
Cuando llegamos donde terminaba la nieve, vi un brillo de alivio en los ojos cálidos y dorados de Fredrik cuando Lilly y Daniel dejaron de parlotear como un gallo. Yo, al rato del camino sin nieve, como cada vez hacía menos frío, dejé de castañetear, dejándome llevar por mis propios pies mirando los árboles verdes, el camino de arena dorada y blanquecina, los animales que se avistaban a las esquinas del bosque en el que entramos, que eran ciervos, colibríes de colores brillantes, ¡e incluso hadas! Criaturas que jamás había visto ni creído en ellas, eran pequeñas y parecían luciérnagas, con vestidos bonitos de colores azul, marrón, amarillo, naranja y rojo, y una piel con un ligero tono oliva. Soltaban todo el rato risitas y una se posó en mi dedo índice, dirigiéndome una mirada curiosa, que luego se convirtió en una bonita sonrisa, se la devolví y rió y se alejó con las demás hadas en grupo. A Daniel se le posó una en la punta de la nariz e hizo una mueca de asco, y el hada le sacó la lengua divertida y se alejó, y otra le hacía cosquillas a Lilly.
Seguimos camino, fascinados por la hermosura del bosque en el que nos adentramos. Unas plantas doradas se enroscaban con elegancia en los altos y bajos árboles. Hongos de todo tipo crecían en el suelo, y los pájaros canturreaban alegremente.
Parecía una magnífica tarde otoñal, porque había hojas secas caídas en el suelo de algunos árboles, pero los demás seguían verdes y fuertes. Aunque estaba claro que era verano, porque allí hacía bastante calor, por lo que tuvimos que quitarnos las camperas de lana beige que nos había ofrecido Fredrik para protegernos del frío.
       Llegamos finalmente, dentro del bosque, a un lugar extremadamente hermoso, precioso, maravilloso… no había palabras para describirlo. Un lugar magnífico. Aún seguían habiendo esas elegantes plantas doradas que se enroscaban en algunos árboles, los pájaros que canturreaban una melodía muy bonita pasaban justo por delante de nosotros, había una pequeña pero preciosa cascada que caía en una gran laguna de agua cristalina, llena de peces pequeños, dorados, blancos, naranjas y rojos.
     Y, lo que más llamaba la atención era…


Nota: Muahahaha(?) lo sé, lo sé, soy maldita por haberla dejado aquí, solo quería dejarl@s con la intriga 8D (Si, ¿vieron? Esta vez puse la nota abajo, es porque quería decirles esto jajajaja) ¡Espero que os haya gustado! Próximamente capítulo 5 PARTE 2. (Ustedes: Pfff, sí claro, Pau, próximamente…) JAJAJAJAJA Bien, me gustaría saber qué piensan de este cap.
J Lamento tardar tanto, quería arreglarlo y que esté mejor narrado que los anteriores. ¡Un beso, lector@s!